Viaggio in Portogallo – Estremoz

novembre 13, 2015 in Week-end fuori porta da Commodoro

Cada sábado, día de mercado, esta pequeña ciudad alentejana es una fiesta.

Testo di: Gabriela Domingo

Foto di: Maurizio Cristofolini

Bajo estas tierras alentejanas que abarcan Estremoz, Borba y Vila Viçosa yace una riquísima veta de mármol. Aquí, a este precioso material sin pulir con el que se construyen calles, aceras, palacios, plazas y fuentes, lo llaman “pedra”. Simple y humildemente, piedra. Si los alentejanos fuesen italianos, este mármol blanco sería tanto o más famoso que el de Carrara. Algo parecido a lo que nos pasa en España con el aceite de oliva, que la gloria se la llevan otros.

A Estremoz hay que ir en sábado, día de mercado y de mercadillo. En la amplia plaza de Rossio los aldeanos instalan de buena mañana tenderetes rebosantes de tomates maduros, meloncitos dulces del tamaño de la palma de la mano, ramilletes de hierbas aromáticas y digestivas, olorosos quesos de oveja alentejana. Mucha gente de Badajoz, a menos de una hora de camino, se acerca a este mercado los sábados a hacer la compra. Por todas partes se oye hablar español, con acento extremeño o del sur.

El mercado es también punto de encuentro de anticuarios, brocanters y chamarileros. Rebuscando podemos encontrar verdaderos tesoros: porcelana, cerámica, relojes antiguos, piezas sueltas de vajillas, cristalería y cubertería de plata. Y sin rebuscar demasiado nos toparemos también con esos personajes ajenos a la era moderna.Como ocurre con las viejas payesas de Ibiza, aquí también hay señoras que visten igual que hace cien años.

El sábado por la mañana todo gira alrededor de la gran explanada de Rossio. A la hora del aperitivo, cuando los aldeanos ya van recogiendo, lugares como Águias d’Ouro, bajo una de las casas más originales de Estremoz, de estilo modernista, o el bar de Rossio, se llenan de animación.

También, cómo no, nuestro restaurante favorito de todo el Alentejo, que es a la vez terraza, bar, tienda de productos gourmet y bodega: la Mercearia Gadanha ha sabido darle una vuelta perfecta a la cocina tradicional alentejana.

Si decimos que el mejor gazpacho de nuestra vida lo hemos tomado en Estremoz, en el Alentejo, en Portugal, más de uno se nos va a echar encima. Digamos entonces que en Mercearia Gadanha sirven la mejor sopa fría de tomate con sus tropezones.

Aunque Michele Marques (socia junto con Mario Vieira de este pequeño restaurante-bar-tienda-bodega) es brasileña, esto no es cocina fusión, sino una versión más ligera y colorista de la cocina tradicional alentejana.

Nos cuenta Michele que la idea original era llenar un vacío, abrir un local donde la gente de Estremoz pudiese venir a tomar un vino, picar algo e incluso llevarse algún producto a casa. Así empezaron en 2009, y en 2013 se lanzaron con un concepto de cocina basada en el producto local pero alejada del restaurante “típico”. El resultado es un lugar a mitad de camino entre el bar, la barra, la terraza, el colmado y el pequeño restaurante de amigos y conocidos, abierto, descomplicado y pensado para compartir.

Aparte del espectacular gazpacho o sopa fría de tomate, ese día probamos la famosa farinheira, una especie de salchicha alentejana con puré de manzana, huevo de codorniz y cama de espinacas. El bacalao al horno con broa, una costrita de pan rallado, lo bordan, lo mismo que la carrillera con boniato.

Los postres de Helena son deliciosos, perfectos también para compartir. Y entre las más de 150 referencias de vinos alentejanos, la elección no está nada fácil.

Con Michele al frente, Alberto como jefe de cocina, Helena como chef repostera y un equipo de 10 colaboradores más, Mercearia Gadhana es ese tipo de restaurante donde uno podría comer cada día pues, como bien dice Michele, “trabajamos para hacer algo nuevo y sabroso cada vez, para que la gente no se canse de nosotros”.

La zona alta de Estremoz es la antigua ciudad fortificada, rodeada por la muralla medieval del siglo XIII. Por empinadas y laberínticas callejuelas llegamos al castillo cuya torre de mármol blanco, la Torre das Três Coroas, de 28 metros de altura, es una de las más impresionantes de Portugal. El castillo y palacio de Dona Isabel es hoy la Pousada de Estremoz. En un día soleado (y Alentejo es una de las regiones con más horas de sol de Europa), son imprescindibles las gafas de sol: esta ciudad de mármol y encalada es realmente deslumbrante.